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Alycia...

Diario de una puta...

Diario de una puta... Aún logro verte en mi memoria, siempre indomable, yo quería ser una mujer imposible de controlar, ser un desafío para ti, tu fantasía más excitante, y que la vivieras como alguien para quien no existen límites. No tenia fuerzas sino para desearte. Sentimiento que me consumía.

Me obsesionaba la idea de qué haría si algún día no volvieras a mi casa. Mi cabeza rechazaba la idea, pero mi obsesión me mantenía despierta noche tras noche. Que sería de mí si me rechazabas...

Cada semana esperaba ansiosa el momento en el que por fin me encontraba de rodillas en mi habitación frente a ti, como si mi cuerpo solo pudiera invocarte. Desvistiéndome como si fuese una especie de plegaria y mi existencia se debiera solo a ti.

Mentía para no verte, inventaba coartadas perfectas porque sabía que todo aquello acabaría mal para uno de los dos, y que probablemente sería para mí, pero estaba atrapada en un mundo que había descubierto gracias a ti. Y cada uno de esos días me los robaste con descaro, siempre terminabas convenciéndome de alguna u otra manera. Ahora lo sé. Nunca voy a poder olvidar el vértigo que sentía, como si me hubiese convertido en otra persona y tu como un caníbal solo satisfacías tu hambre, como todos los hombres que había conocido hasta entonces que necesitaban seducirme. Recorrías mi cuerpo con manos seguras de dominio y me entregaba a tus juegos con un placer indescriptible. Como alguien para quien no existe el dolor. Nunca bastó. Siempre quería más…

Todavía necesito sentir tus uñas en mi piel, el olor a tabaco de tus dedos, tu aliento a güisqui del caro y tú como el mismísimo diablo alzándote desde el mismo infierno. Deslumbrándome. Poderoso. Idolatro la sensación de estar en presencia de algo indomable, lleno de fuerza, imposible de controlar. Satisfacías tu necesidad de devorar la voluntad de tus víctimas, quebrantándolas. Te enojabas y agitabas con facilidad. Elocuentemente, lograbas todo cuanto deseabas de mí, te gustaba humillarme haciendo el amor con otros hombres, exhibiéndonos como en una feria de fieras, como presas de caza, sabias que yo te deseaba y eso me excitaba aún más.

Aceptaba con entrega todos tus castigos, todos menos uno, tu abandono.

Siento tu presencia, a pesar de que la oscuridad reina al tener los ojos vendados. El golpe seco de tus manos en mis nalgas. Dando vueltas a mi alrededor, estudiándome, despreciándome. Cuando por fin te decidías a hablar, lo hacías para imponerme un nuevo juego, donde yo, ansiosa por participar iba a ser tu puta favorita.

Hoy mi alma lleva un vestido negro y botas de vinilo con la punta cuadrada y tacón muy alto, con las que suelo patear a algunos de mis clientes con gustos más específicos cuando estoy de mal humor, como hoy, por tu culpa. ¿Por qué hoy has tenido que llamarme? Yo sólo quería olvidarme de que alguna vez habías existido y si algún recuerdo me rondaba la cabeza pensaría que ha sido una simple fantasía… pero hoy has tenido que llamarme…

Dices que debo quedarme quieta y sacarme la venda de los ojos cuando salgas de la habitación, para ello debo prestar mucha atención, porque me has prohibido, una vez más, mirarte. Y si compruebas que lo hice, me castigarás severamente. Probablemente no me permitas correrme, así que seré paciente y esperaré a oír el ruido de la puerta.

Cuando ya estás fuera, me incorporo, me quito la venda y descubro que en la cama has predispuesto la ropa que yo debía ponerme para acatar tus órdenes. Junto a ella una nota en la que me comunicas que hoy seré tu puta predilecta.

Empiezo por la braquita roja de encaje. Un liguero negro cuyas presillas terminan en una cinta de raso. Las medias también negras y las ligas de color rojo. Unos zapatos altísimos de tacón rojos que gracias a dios se anudan a mis tobillos, con lo cual puedo caminar algo sin caerme. Un kimono rojo termina de arroparme. Luego me pongo una peluca y me maquillo con colores estridentes. Termino pareciendo una muñeca algo siniestra de porcelana, como si fuera a salir en el próximo video de los Marilyn Manson.

Cuando regresas, pones una música de cabaret, te sientas con postura masculina y me dices que soy tu puta y que baile para tí.

Comienzo a moverme para ti, gateando por el piso a fin de excitarte, arqueo mi espalda y abro bien mis piernas para que veas la roja tira en mi trasero. Sentada en el suelo empiezo a masturbarme. En ese momento, te incorporas con violencia, pensé que había hecho algo mal, y paro inmediatamente con gesto de retroceder ante ti, pero no. Me coges de la muñeca, me das la vuelta y me acuestas sobre una mesa de vidrio. Tengo que abrir mis piernas, mi trasero queda muy ofrecido con la ayuda de los tacones, y me atas una muñequera de cuero en cada mano y otra en cada tobillo, de esta manera yo tengo muy pocas posibilidades de movimiento y no puedo escapar. Tengo que contar los latigazos que me das en las piernas, en el trasero, a veces los azotes de tu látigo eran muy suaves, otras sin embargo me hacen llorar.

Después de este castigo, me obligaste por ser una promiscua a chuparte el pene, luego me penetras haciendo oídos sordos a mis gritos de dolor. Tú te reías y me decías que no me quejara que me lo había ganado y que en realidad debía agradecértelo. Me corrí manchando la mesa de cristal, aún a sabiendas que me castigarías por ello, como así fue al obligarme a recogerlo. Tuve que lamer hasta la última gota y prometer que no lo haría más.
Después de todo, me quitas las correas, me besas por toda la cara lamiéndome las lágrimas, haces que me tranquilice y me susurras las cosas que deseo escuchar, que he sido buena y que me he portado muy bien, que me merezco un premio, me llevas a la cama en tus brazos, abrazada a tu cuello, y me hechas el mejor polvo del que haya disfrutado nunca… entonces descubro en tus ojos por qué estoy tan ligada a ti. Siempre fui una mujer indomable, yo quería ser una mujer imposible de controlar, ser un desafío para cualquier hombre, su fantasía más excitante, y que la viviera como alguien para quien no existen límites. Sin embargo contigo era diferente porque no tenia fuerzas sino para desearte. Sentimiento que me consumía.

3 comentarios

bidell -

lamentablemente somos presas de gente q nos lastima, x un pokito de cariño bajo las amnos de gente q nos humilla.. debe cambiar y admiro tu valor para contarnos..

rita -

es cier
to lo que dice daniel hay que entrar a www.manualdeltrille.blogspot.com

daniel -

Si hay algo que admiro en la gente es la capacidad de síntesis, cosa que no tienen la mayoría de las mujeres. Sobre relaciones hombres/mujeres sugiero que entren a www.trillers.blogspot.com ahí las cosas se entienden mejor.
Daniel