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Alycia...

Un nuevo SMS...

Un nuevo SMS... Un bip me avisa de que tengo un mensaje nuevo en el móvil, me digo por qué no le habré quitado el sonido, ahora que estoy medio dormida, medio despierta, no volveré a dormirme. No me queda otro remedio que leer el mensaje, a pesar de las pocas ganas, pero es inevitable pensar que a esas horas de la mañana podría ser algo importante. A oscuras consigo topar mi mano con la mesilla de noche y empiezo a palpar la superficie de esta hasta encontrar el dichoso aparato. “Un mensaje nuevo” dicta la pantalla, entonces es cuando me despierto del todo al ver el nombre de la persona que me lo ha enviado, me siento como Alicia persiguiendo al conejo blanco, la curiosidad puede más que mi razón.

¿Te apetece follar ahora mismo? Me dice en el mensaje y un hormigueo extraño me sube por la pelvis hacia el estómago y hace que el aire de repente se vuelva pesado. Deseo contestarle, deseo que venga conmigo a la cama y sentir el peso de su cuerpo encima de mí, deseo sentirle dentro con la fuerza de un huracán que me pasa por encima en cuestión de segundos. Y después olvidarme de que ha pasado.

Pero no puedo, me siento como un alcohólico que lleva años yendo a terapia y que no quiere recaer a pesar de tener un vaso de whisky delante de sus narices, lo puede oler, lo puede desear, pero no quiere probarlo porque se lo terminaría para pedirse uno detrás de otro después.

El deseo es tan fuerte que deseo olvidarme de todo y ceder ante él… escribo un mensaje, “ven, estoy sola”, tras unos segundos pensando en apretar un botón o no, si decido no pensarlo y apretarlo… ya estaría hecho, caería y ya no habría vuelta atrás, él vendría en poco tiempo y yo me iría poniendo más nerviosa a medida que la espera se hiciera más eterna… hasta que sonara el timbre de la puerta, entonces dudaría si abrir o no, pero al pensar que no debería abrirle porque así tendría aún una oportunidad de no caer en sus brazos, pensaría que he sido yo quien le ha dicho que venga y de nuevo sin pensarlo, porque el deseo sería cada vez mayor y las ganas cada vez más impacientes, abriría.

Frente a frente separados por el cerco de la puerta nos miraríamos, sonreiríamos e intercambiaríamos algunas palabras:

- No me esperaba que me llamaras, estaba en la cama.

- No debería haberte enviado ese mensaje.

- Pero lo has hecho y yo te he contestado y has venido.

Entonces sí estaría hecho. No importaría quien diera el primer paso, nos besaríamos apasionadamente mientras nuestras manos se perderían debajo de nuestra ropa para desnudarnos poco a poco y precipitadamente, caeríamos al suelo de la entrada, y allí en el suelo nos beberíamos todo el alcohol del mundo.

Decido pensarlo y no aprieto el botón. Vuelvo a dejar el móvil sobre la mesilla y me pongo a pensar en el mensaje, se repite una y otra vez en mi cabeza, mis manos se pierden por debajo de la goma de mis bragas, mi sexo está suave, me lo rasuré por la tarde, así es cuando más me gusta, suave y húmedo, y al sentir su rocío en la punta de mis dedos me excito aún más… mis pechos parecen estar a punto de estallar, aprieto los labios con fuerza y no me cuesta nada llegar al orgasmo, tengo los dedos empapados de mi sexo. Amargo elixir que me encanta, me pregunto a que le habría sabido a él si hubiera venido y paso mi lengua por ellos, me gusta tanto que deseo que lo hubiera probado…
Miro la mesilla para descubrir de nuevo el móvil y decido mandarle el mensaje.

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